El
día 22 de Noviembre estaba convocado el sector infantil del Club
a una actividad de montaña y naturaleza. Por petición
popular se montó esta actividad de busqueda de setas, que en
su primera convocatoria (Refugio el Hornico, Noviembre de 2001) parece
que gusto mucho a los niños. Y la respuesta esta vez fué
contundente. Las 34 plazas que teniamos reservadasen alojamiento se
cubrieron con creces, teniendo que alojarse buena partede los participantes,
en concreto 14, en casas en Cardeña. Al finalestuvimos 51 entre
adultos y niños.
En
la convocatoria del sábado a las 9,30 pintaban bastos. Las previsiones
del tiempo eran más que pesimistas, pues un frente barrería
toda Andalucía con fuerza y no se escaparía de lluvias
abundantes y viento ningún rincón. A pesar de todo solo
dos ausencias de las previstas y no por motivos meteorológicos.
El personal, como ya viene siendo habitual no se arredró y se
encaminó con niños y cestas -cumpliendo las recomendaciones
sobre equipo- hacía Cardeña. Allí nos fuimos juntando
todos en el bar de la Plaza al calor de una cervecita mientras el cielo
todavía mostraba algunos claros, que nos hacian esperar tregua
al menos para ese día.
"La
Aldea del Cerezo" es una antigüa venta puesta en medio de
ningún lugar. Está en el centro de la Sierra de Cardeña,
pero lejos de cualquiervía importante de comunicación,
valle o puerto de montaña. Debía formar, junto con "La
Venta del Charco", Azuel y alguna cortijada más un conjunto
de nucleos pequeños y dispersos en donde vivian pastores y otros
habitantes de la dehesa serrana, comunicados entre sí por una
red de cañadas reales y coladas que se difuminan en el espeso
encinar adehesado. El paisaje resulta, bajo el verdor y la lluvia tardootoñal,
fantasmagórico, casi mágico con arroyos y rios de aguas
abundantes que corren por entre las lomas llenas, a estas alturas de
Noviembre, de bellotas y pastos. El horizonte se pierde en dehesas y
al fondo, cuando se atraviesa un monte más, otras encinas, empecinadamente,
vuelven a reemplazar a las anteriores, sin darnos esperanza a salir
nunca de este pais. Aquí las setas son una parte más de
este gran decorado, y las amanitas, lepistas, boletos y rúsulas
brotan con naturalidad, como si fuese impensable el otoño sin
ellas. Lo extraño es que en este mundo higrófilo no broten
también las leyendas y cuentos de gnomos y trolls, de seres pequeños
pero activos -como los primeros mamíferos- que habitan un bosque
grande.
Tras
el acomodo en el Cerezo de los 37 que pernoctábamos allí,
nos dispusimos cesta en mano, y con informes regulares sobre la abundancia
de setas, a hacer nuestra primera recolección. El objetivo es
que los pequeños disfrutaran buscando, y encontrando setas, y
que aprendieran de la enorme diversidad de especies que se esconde bajo
ese concepto. De cómo y porqué se diferencian y montar
con las especies recolectadas entre todos una pequeña exposición,
una primera aproximación a lo que primero hace un observador:
clasificar, ordenar con descripciones y conceptos. De la práctica
taxonómica de Linneo arranca la ciencia biológica y el
afán por la comprensión del mundo vivo que nos rodea.
La
primera lección, que los pequeños siguieron con mucha
atención y luego respetaron, fué sobre como recolectar
setas para no dejarse nada olvidado. Como no son como los ajos, requieren
un mimo y un trato especial. A partir de ahí el camino transcurrió
por la colada que va a Azuel, en un bonito paisaje de cuento nórdico.
¿Quién dijo que esto no podría ser como Galicia
, Irlanda o la Bretaña francesa?. Salvo que aquí es mejor,
los arboles son siempre verdes y ni siquiera en invierno nos dejan a
la intemperie. Tras la comida al pié de unas inmensas encinas
continuamos -y equivocamos- el camino. Los niños iban cosechando
y llenando cestas, a la vez que preguntando sin desmayo. La dehesa rebosaba
de ejemplares distintos y de distintas especies, había casi tantas
setas como preguntas lanzadas al guía de la excursión.
Su interés era evidente, tanto que no protestaron por la tardanza
en comer ni siquiera por el viento o la chispeante lluvia que caía.
La
tarde se fué cerrando y los que tenían pequeños
de pocos años empezaron a darse la vuelta ante el amenazante
panorama. Cuando se lió a llover como si no hubiese llovido nunca
estábamos algo alejados de la Aldea. Aunque iniciamos una retirada
urgente, la lluvia era tanta que hasta los cerdos se cobijaban bajo
las encinas, y claro, pues algo si que nos caló. A la llegada
al Cerezo el arroyo que atraviesa el paraje iba ya crecido y nuestros
huesos empapados. Menos mal que la chimenea del comedor nos devolvio
a la realidad de un mundo seco, donde la humedad, como las setas, es
sólo un espejismo transitorio, y se desvanece como un sueño.
Allí, mientras los pequeños se secaban y los mayores se
relajaban al calor del fuego, May y yo nos "encerramos" con
los más zagalones -Alfredo, Victoria, Pepe y Mar- para ir clasificando
las especies y montando la exposición. Y a las 8 en punto, inauguración
oficial: en una gran mesa quedaron expuestas más de 20 especies
distintas con sus nombres rotulados en cartoncitos. May preparó
y explicó unas muestras de esporas y basidios al microscopio
que impresionaron a los pequeños y yo dí una breve explicación
sobre las especies expuestas. Completaron la exposición unos
posters de setas y el recorrido interactivo por la misma: tocando, oliendo,
mirando con la lupa, ...
Tras
la exposición, la cena deparó unos níscalos (4
kg.) preparados de manera excelente por una de las organizadoras, María
y que pusieron el punto gastronómico a la completa jornada de
setas. La busqueda del tesoro se demoró esta vez algo, pero tuvo
el ambiente especial de contar con la "voz" de los gnomos
enfadados porque los niños habían cogido muchas setas
y unas Volvariellas a pié de pista impresionantes. A los postres,
y mientras los niños se repartían como buenos piratas
el botín de chuches los mayores nos endulzabamos con los postres
artesanales de María y Concha -unos excelentes tiramisú
y rosco- y el licor de Encarna. Las únicas que siguieron las
recomendaciones hechas en la convocatoria sobre suministros. La noche
acabó a las tantas con una serenata a la puerta de la cabaña
de Paco Luis y Carmela -los niños preguntarón al día
siguiente que fué todo ese ruido de cánticos extraños
por la noche- que se creían que se iban a librar tras una retirada
sigilosa, y unas copas ante la chimenea de la cabaña de este
cronista.
La
noche fué furiosa en viento y agua, y por la mañana el
frío se había adueñado del lugar. El desayuno transcurrio
entre una lluvia incesante, así que decidimos repartir los diplomas
a los niños, y llegamos a la conclusión de que tanto diploma
tiene que servir, aparte de para engordar curriculum, para algo más
inmediato como por ejemplo el canje de cada 5 diplomas (las medallas
cuentan igual y las copas doble), por una gorra con el logo del club
o algo así, tarea que le dejamos encomendada para su gestión
al coordinador del sector infantil, Jose Antonio. Como la lluvia seguia
insistente, decidimos dejar para mejor ocasión la excursión
al rio Yegüas, una pena pues el lugar es un sitio bellisimo, refugio
de lobos, linces y nutrias, al que no es posible acceder normalmente
sino acompañados de guía y con permiso por escrito previo.
Allí hubo quien decidió regresar a casa de vuelta con
los bartulos y los crios, quien decidió hacer una visita urística
a Montoro, y quién como este humilde cronista decidio aprovechar
ara acercarse de nuevo al mágico mundo higrófilo, y hacer
otra recolecta de setas, excelente por cierto, consciente de que el
espejismo no durará mucho tiempo y de que pronto vendrá
el frio y seco invierno y luego calor y más calor.
Es
de agradecer especialmente la activa colaboración de May con
el microscopio y la exposición de setas y la de Juan Ortega con
los atractivos diplomas. Además quiero mencionar especialmente
a uno de los nuevos socios, Angel, que con admirable "buen hacer"
llevó, y compartió, una botella de vino para la comida
campera, aparte de un infiernillo y café que supo a gloria en
mitad del campo y con las nubes chispeando. Además de todo esto
ya ha comentado que se quiere implicar montando una actividad para niños
el año que viene en la Sierra de Alcaraz. ¡Socios como
estos, todos los que vengan! Este es el espíritu del club, colaborar
entre todos para montar actividades y disfrutar de la montaña.
A ver si al sector infantil le llega también su Suresnnes ...
Alvaro
Martínez.
Granada, Otoño de 2003.