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JORNADA DE SETAS EN EL PARQUE NATURAL CARDEÑA-MONTORO
( 22 Y 23 / 11 / 2003)

El día 22 de Noviembre estaba convocado el sector infantil del Club a una actividad de montaña y naturaleza. Por petición popular se montó esta actividad de busqueda de setas, que en su primera convocatoria (Refugio el Hornico, Noviembre de 2001) parece que gusto mucho a los niños. Y la respuesta esta vez fué contundente. Las 34 plazas que teniamos reservadasen alojamiento se cubrieron con creces, teniendo que alojarse buena partede los participantes, en concreto 14, en casas en Cardeña. Al finalestuvimos 51 entre adultos y niños.

En la convocatoria del sábado a las 9,30 pintaban bastos. Las previsiones del tiempo eran más que pesimistas, pues un frente barrería toda Andalucía con fuerza y no se escaparía de lluvias abundantes y viento ningún rincón. A pesar de todo solo dos ausencias de las previstas y no por motivos meteorológicos. El personal, como ya viene siendo habitual no se arredró y se encaminó con niños y cestas -cumpliendo las recomendaciones sobre equipo- hacía Cardeña. Allí nos fuimos juntando todos en el bar de la Plaza al calor de una cervecita mientras el cielo todavía mostraba algunos claros, que nos hacian esperar tregua al menos para ese día.

"La Aldea del Cerezo" es una antigüa venta puesta en medio de ningún lugar. Está en el centro de la Sierra de Cardeña, pero lejos de cualquiervía importante de comunicación, valle o puerto de montaña. Debía formar, junto con "La Venta del Charco", Azuel y alguna cortijada más un conjunto de nucleos pequeños y dispersos en donde vivian pastores y otros habitantes de la dehesa serrana, comunicados entre sí por una red de cañadas reales y coladas que se difuminan en el espeso encinar adehesado. El paisaje resulta, bajo el verdor y la lluvia tardootoñal, fantasmagórico, casi mágico con arroyos y rios de aguas abundantes que corren por entre las lomas llenas, a estas alturas de Noviembre, de bellotas y pastos. El horizonte se pierde en dehesas y al fondo, cuando se atraviesa un monte más, otras encinas, empecinadamente, vuelven a reemplazar a las anteriores, sin darnos esperanza a salir nunca de este pais. Aquí las setas son una parte más de este gran decorado, y las amanitas, lepistas, boletos y rúsulas brotan con naturalidad, como si fuese impensable el otoño sin ellas. Lo extraño es que en este mundo higrófilo no broten también las leyendas y cuentos de gnomos y trolls, de seres pequeños pero activos -como los primeros mamíferos- que habitan un bosque grande.

Tras el acomodo en el Cerezo de los 37 que pernoctábamos allí, nos dispusimos cesta en mano, y con informes regulares sobre la abundancia de setas, a hacer nuestra primera recolección. El objetivo es que los pequeños disfrutaran buscando, y encontrando setas, y que aprendieran de la enorme diversidad de especies que se esconde bajo ese concepto. De cómo y porqué se diferencian y montar con las especies recolectadas entre todos una pequeña exposición, una primera aproximación a lo que primero hace un observador: clasificar, ordenar con descripciones y conceptos. De la práctica taxonómica de Linneo arranca la ciencia biológica y el afán por la comprensión del mundo vivo que nos rodea.

La primera lección, que los pequeños siguieron con mucha atención y luego respetaron, fué sobre como recolectar setas para no dejarse nada olvidado. Como no son como los ajos, requieren un mimo y un trato especial. A partir de ahí el camino transcurrió por la colada que va a Azuel, en un bonito paisaje de cuento nórdico. ¿Quién dijo que esto no podría ser como Galicia , Irlanda o la Bretaña francesa?. Salvo que aquí es mejor, los arboles son siempre verdes y ni siquiera en invierno nos dejan a la intemperie. Tras la comida al pié de unas inmensas encinas continuamos -y equivocamos- el camino. Los niños iban cosechando y llenando cestas, a la vez que preguntando sin desmayo. La dehesa rebosaba de ejemplares distintos y de distintas especies, había casi tantas setas como preguntas lanzadas al guía de la excursión. Su interés era evidente, tanto que no protestaron por la tardanza en comer ni siquiera por el viento o la chispeante lluvia que caía.

La tarde se fué cerrando y los que tenían pequeños de pocos años empezaron a darse la vuelta ante el amenazante panorama. Cuando se lió a llover como si no hubiese llovido nunca estábamos algo alejados de la Aldea. Aunque iniciamos una retirada urgente, la lluvia era tanta que hasta los cerdos se cobijaban bajo las encinas, y claro, pues algo si que nos caló. A la llegada al Cerezo el arroyo que atraviesa el paraje iba ya crecido y nuestros huesos empapados. Menos mal que la chimenea del comedor nos devolvio a la realidad de un mundo seco, donde la humedad, como las setas, es sólo un espejismo transitorio, y se desvanece como un sueño. Allí, mientras los pequeños se secaban y los mayores se relajaban al calor del fuego, May y yo nos "encerramos" con los más zagalones -Alfredo, Victoria, Pepe y Mar- para ir clasificando las especies y montando la exposición. Y a las 8 en punto, inauguración oficial: en una gran mesa quedaron expuestas más de 20 especies distintas con sus nombres rotulados en cartoncitos. May preparó y explicó unas muestras de esporas y basidios al microscopio que impresionaron a los pequeños y yo dí una breve explicación sobre las especies expuestas. Completaron la exposición unos posters de setas y el recorrido interactivo por la misma: tocando, oliendo, mirando con la lupa, ...

Tras la exposición, la cena deparó unos níscalos (4 kg.) preparados de manera excelente por una de las organizadoras, María y que pusieron el punto gastronómico a la completa jornada de setas. La busqueda del tesoro se demoró esta vez algo, pero tuvo el ambiente especial de contar con la "voz" de los gnomos enfadados porque los niños habían cogido muchas setas y unas Volvariellas a pié de pista impresionantes. A los postres, y mientras los niños se repartían como buenos piratas el botín de chuches los mayores nos endulzabamos con los postres artesanales de María y Concha -unos excelentes tiramisú y rosco- y el licor de Encarna. Las únicas que siguieron las recomendaciones hechas en la convocatoria sobre suministros. La noche acabó a las tantas con una serenata a la puerta de la cabaña de Paco Luis y Carmela -los niños preguntarón al día siguiente que fué todo ese ruido de cánticos extraños por la noche- que se creían que se iban a librar tras una retirada sigilosa, y unas copas ante la chimenea de la cabaña de este cronista.

La noche fué furiosa en viento y agua, y por la mañana el frío se había adueñado del lugar. El desayuno transcurrio entre una lluvia incesante, así que decidimos repartir los diplomas a los niños, y llegamos a la conclusión de que tanto diploma tiene que servir, aparte de para engordar curriculum, para algo más inmediato como por ejemplo el canje de cada 5 diplomas (las medallas cuentan igual y las copas doble), por una gorra con el logo del club o algo así, tarea que le dejamos encomendada para su gestión al coordinador del sector infantil, Jose Antonio. Como la lluvia seguia insistente, decidimos dejar para mejor ocasión la excursión al rio Yegüas, una pena pues el lugar es un sitio bellisimo, refugio de lobos, linces y nutrias, al que no es posible acceder normalmente sino acompañados de guía y con permiso por escrito previo. Allí hubo quien decidió regresar a casa de vuelta con los bartulos y los crios, quien decidió hacer una visita urística a Montoro, y quién como este humilde cronista decidio aprovechar ara acercarse de nuevo al mágico mundo higrófilo, y hacer otra recolecta de setas, excelente por cierto, consciente de que el espejismo no durará mucho tiempo y de que pronto vendrá el frio y seco invierno y luego calor y más calor.

Es de agradecer especialmente la activa colaboración de May con el microscopio y la exposición de setas y la de Juan Ortega con los atractivos diplomas. Además quiero mencionar especialmente a uno de los nuevos socios, Angel, que con admirable "buen hacer" llevó, y compartió, una botella de vino para la comida campera, aparte de un infiernillo y café que supo a gloria en mitad del campo y con las nubes chispeando. Además de todo esto ya ha comentado que se quiere implicar montando una actividad para niños el año que viene en la Sierra de Alcaraz. ¡Socios como estos, todos los que vengan! Este es el espíritu del club, colaborar entre todos para montar actividades y disfrutar de la montaña. A ver si al sector infantil le llega también su Suresnnes ...

Alvaro Martínez.
Granada, Otoño de 2003.

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