Fuimos a una excursión en la que íbamos a hacer la mundial, pero nos juntamos unos cuantos renuentes, más concretamente once, y se nos fue al traste no solamente el plan A (Laguna Larga) sino también el plan B (Veleta-Circo del Veleta – Púlpito).

Total, que terminamos subiendo al Veleta, después de asomarnos al Veredón bajo desde el barranco del San Juan. Luego, bajamos a la Carihuela y comimos en lo alto de Loma Púa, para quitarnos de la bulla de la cumbre (¿cuarenta, cincuenta personas?). Finalmente, pensamos que era buena hora para echar la cervecilla.

Los renuentes fueron:

La que tenía que levantarse el lunes a las 4 de la mañana y tenía que volver temprano.

El que tenía que acompañar a la renuente anterior, haciendo una fotito de una plantita, de una cabras encaramadas no sé dónde, pero siempre preciosas (las fotos, no las cabras)

La que tenía que ponerse en forma, ya que no la tiene ni para protestar.

El que subía a su bola.

El que baja con esquíes mejor que con las botas de trekking sobre neveros y que tenía chocolate del Mercadona.

La que en el fondo no tenía muchas ganas de hacer más y terminó muy a gusto.

El que nos puso la cabeza como un bombo.

La que no había dormido la noche anterior pensando en lo que le esperaba (total, hicimos solo los dos tercios).
El discreto.

La que también tenía prisa, que tampoco tenía muchas ganas de andar mucho y que no había que empujar demasiado.

Y la que le pesaba mucho las piernas del día anterior y que no tenía ganas de engañar al personal para que quisiera andar un poco más.

¡Ah! Se me olvidaba el que tenía cuatro patas y que fue el único que tenía ganas de andar de verdad...

¿Quiénes fuimos?