Domingo 11 de enero de 2015.
Primera salida del año. Para mí, segunda salida con el club Mulhacén. El día se presentaba magnífico y templado. Un cielo espléndido, limpio de nubes. A la temprana hora que quedamos, aún se podía ver la luna brillante bastante alta. El sol comenzaba a despuntar.
Un nutrido grupo de excursionistas salimos del punto habitual de la cita y en el Aula de la Naturaleza de Dilar nos encontramos que allí había más compañeros esperándonos.
Con mucha ilusión comenzamos la ascensión. En principio un sencillo sendero al borde del río Dilar que nos sirvió de calentamiento previo a lo que se avecinaba. Este tramo estaba precioso. Como es una zona en umbría permanente, la escarcha parecía nieve. Atravesamos el río cinco veces antes de tomar el desvío para subir por el sendero a los Atalayones de Dílar, que se desliza entre árboles y monte bajo. Después tomamos el rodeo de Cerro Hueco para llegar a la vereda que nos condujo a Picacho Alto. ¡Menuda sorpresa! Si todos los paisajes que había contemplado hasta ese momento eran bellísimos, las vistas a Sierra Nevada desde aquí dejaban sin respiración. Aunque también fue triste constatar que apenas si hay nieve este año.
Mereció la pena... pero las fuerzas físicas de algunos neófitos, como yo, comenzaban a flaquear. Sin quererlo reconocer, decidí seguir al grupo caminando por la cresta hacia el Corazón de la Sandía a unos 1887 metros de altitud. ¡Qué maravilla constante! ¡Qué luz! ¡Qué temperatura! ¿Qué hago, miro al camino para no matarme o al sorprendente horizonte? Estos eran mis pensamientos. En este lugar, Tito Salva propuso acortar la marcha ya que entre unas cosas y otras nos habíamos retrasado mucho. Aún quedaba más de la mitad de la ruta prevista.
Comimos (también degustamos exquisitos vinos) en un collado que nos sirvió de refugio contra un suave pero frio viento. Desde allí se podía contemplar el mar e incluso algunos barcos. Calma, silencio... Tras este reparador descanso, tres miembros del grupo decidieron continuar para completar la ruta (Travesía por la cara sur de los Alayos, Collado del Pino, Cuesta del Pino, Toma del Canal de la Espartera, Rio Dílar, Aula de la Naturaleza), el resto bajamos por Rambla Seca hasta el Aula de la Naturaleza donde teníamos los coches.
La ruta ha sido larga y dura para algunos, pero la camaradería, la simpatía y el agrado de los miembros de la expedición son inolvidables. ¡Gracias compañeros! Y hasta la próxima.
Mª Carmen Casas Úbeda.