Desembarcamos en Nigüelas seis mulhaceneros, Ana, Paco Bedmar, Alfredo, Antonia y Bruno (guau, guau), Carmen Casas y el que narra.
Con algo de fortuna, contratamos el servicio de "Antonio" , que nos sube hasta el mirador de La Rinconada en un "Defender".
Como marinos en navío precario, ascendemos, vapuleados sin piedad, por la pista del Río Torrente. Los bloques pétreos del Pingurucho y de los Tajos de Bernal amagan con aplastarnos. Por fin, llegados al Peñón de Muñoz (1934 m), divisoria entre el Torrente y el río Dúrcal, obviando el carril izquiedo hacia Fuente Fría, accedemos metros más arriba al mirador de la Rinconada.
Comenzamos a subir por una cómoda vereda bien marcada, que desemboca en la Loma de los Tres Mojones; larga y algo monótona, pero que va ofreciendo buenas vistas y preciosos prados primaverales con mil flores.
En dos horas y media hacemos cima felices y contentos, pero una horda de giris ingleses "toma" el Cerro. Nos centramos en la ceremonia de la comida, y elevamos al altar la tortilla de Antonia, allí, mejor que la de Cam Roca.
Todos parecen obedecer la misma señal, porque súbitamente abandonan el cerro, que recupera la ilusión del sonoro silencio natural.
Mientras descendemos hacia los Tajos Altos, Antonio Morell hace cima y se une al grupo. Bajamos al encuentro de Los Nacimientos atravesando varios neveros que satisfacen el "mono" de los esquiadores. Los borreguiles lucen un frescor intenso tapizados de preciosas flores y musgos, parecen milagrosos surcos de vida en medio del "desértico" canchal.
Más abajo interceptamos la conocida Acequia de los Hechos; obra de arte y maravilla. El rumor del agua canta una arcadia ilusoria que se prefigura un instante en Piedras Azules donde pacen caballos, vacas y cabras.
Breve idilio.De regreso a Nigüelas,el cuatro por cuatro nos ofrece una nueva sesión de "masaje", adonde llegamos enteros, pero algo descoyuntados.
Merecemos una cervecilla fresca.
Queda pendiente una visita a los monumentos más importantes del pueblo, entre los que figuran el molino, los jardines románticos, y la iglesia mudéjar, guiados por "Daniel".
PD: menos mal que Ana ha espantado la tormenta que se nos venía encima, por donde ella pasa se abre el cielo.
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