La excursión de ascenso al Chamizo en “cifras” para los que tienen mucha “prisa”.
Salida puntual a las ocho de la mañana del domingo diez de enero de 2016 desde el “Serrallo” dirección Sevilla por la A-92.
En Salinas, abandonamos esa vía, y tomamos la A-359 rumbo a las Pedrizas, que dejamos en la segunda salida tomando la A-6119, hacia Villanueva del Rosario. Nos reagrupamos, y siguiendo la indicación de “Dehesa de Hondonero” y la de “Mirador y Alto de Hondonero” subimos una pista durante 5’5 kms, obviando cruces a La Ermita de la Virgen del Rosario y observatorio de aves. Detenidos los cuatro vehículos, 19 mulhaceneros: Guillermo, Conchi, Pilar, Ramón, Miguel Parejo, Isa, Luis Ordoñez, Antonia, Elena, María, Luisillo, Ana presi, Carmen Car, Mª Ángeles, Paco Bédmar, Jesús, Mara, Kika y Pablo iniciamos la aproximación al pico desde el flanco izquierdo de la Sierra del Jobo, desde un collado al que nos ha conducido, entre brumas, una senda. Nos encaramamos a la cuerda e iniciamos el cresteo previo a la última trepada hasta la cumbre, señalada con vértice geodésico (1641m). Hasta aquí hemos empleado unas tres horas aproximadamente. La niebla se desvanece permitiendo disfrutar de un panorama espléndido desde esta singular cima. Abandonamos “El Chamizo” por una senda marcada con hitos, que nos conduce, en dirección sur (Axarquía frente a nosotros), hasta el Puerto de los Perdigones (1401mts). Girando a la derecha, entramos en “el torcal”, sucesión de praderas o navas, donde nos detenemos a almorzar. Reanudada la marcha, salimos desde un estrechamiento al valle principal de la Sierra de Camarolos, atravesando una puerta en un vallado. Interceptando la vereda “Camino de Riogordo”, bajamos al Alto de Hondonero. Para este segundo tramo de la jornada, hemos empleado otras tres horas, por lo que la duración de la excursión es de unas 6 horas en total, y un desnivel aproximado de 500mts. Finalizamos esta inolvidable “experiencia” merendando en “El Capricho” de Villanueva del Trabuco”.
Crónica de la excursión del ascenso al pico de “El Chamizo” (1641mts), para los que gusten demorarse en la lectura del “relato” completo.
El día amanece espeso, como un chocolate helado. Pero, aun así 19 mulhaceneros, sí, ¡19!, que hemos imaginado una jornada “original” y divertida en la Sierra del Jobo; -genéricamente, Sierra de Camarolos,- ofrecida por Ana-, acudimos a su llamada. Nos espera el ascenso al Pico de El Chamizo (1641mts).
Partimos puntuales de Granada en un convoy formado por cuatro vehículos. La indicación es la de que, llegados a Salinas, salir de la A-92 y tomar la dirección de Las Pedrizas- Málaga. Una vez en esta vía (A-359), debemos a su vez abandonarla por el “segundo” cruce, el de Villanueva del Rosario... ¡ más o menos!.
El vehículo comandado por Guillermo y Conchi – ya casi restablecidos; ¡ lo que hace la voluntad!-, traslada a Ana y Paco Bédmar. El conducido por Pili y Ramón aloja a Mara, Kika y el que escribe. En el de Miguel Parejo e Isa, vienen Carmen, Jesús y Mª Ángeles. Por último, “Los Ordoñez” viajan al completo, en el suyo. Son: Luís y Antonia; padres, y Luisillo, María y Elena: hijos.
El convoy llega dividido a al entrada del pueblo,-¡algunos vienen desde Villanueva del Trabuco!- por lo que “hacemos tiempo” junto al puente sobre el río Guadalorce, entrando ya agrupados en Villanueva rumbo a la “Dehesa de Hondonero” y “Mirador del Alto de Hondonero”. Circulamos por una buena pista que, obviando los cruces de La Ermita de la Virgen del Rosario y del observatorio de aves , finaliza, tras 5´5 kms , en el susodicho mirador, donde detenemos los coches.
El lugar parece una ilustración de cuento fantástico, tomado por el feroz invierno, mientras en el olivar campero y el otro extremo de la sierra, tamizados por una luz especial, se ha instalado un día espléndido. El escenario infunde respeto, porque ante nosotros se alza, imponente y oscuro, un grisáceo murallón calizo, que ceñido por la niebla presenta un aspecto sobrecogedor. Los de la zona lo llaman “ el derrumbaero”...Pero los mulhaceneros no nos arredramos ante “impertinencias meteorológicas”¿ Alguien lo dudaba?, y, en consecuencia, aunque no en las condiciones soñadas, iniciamos la marcha de ascenso, entre brumas, por una empinada senda, a tramos embarrada, que discurre junto a un vallado. Animan la cabeza “los Ordoñez” liderados por Guillermo – en su “primera juventud”- y Paco Bédmar. Tras algo más de media hora, llegamos a un estratégico collado en el flanco izquierdo, con vistas tanto a Villanueva del Rosario como a la Venta de Alfarnate y Axarquía, semiocultas. El día quiere cambiar a nuestro favor, por lo que, ya reagrupados, saludamos esperanzados las primeras ráfagas de aire fresco, que nos empuja a seguir subiendo,- ahora, y entre la niebla-, por una húmeda costra caliza. Nos encarama ésta, a una breve repisa resguardada, poblada de majuelos, donde hacemos una parada “técnica” para beber algo, y dar cuenta de frutos secos y turrones navideños. Con el ánimo intacto, pese a las inclemencias, continuamos subiendo, accediendo enseguida a la primera antecima rocosa de crestas que anteceden al pico. Ya no hay vuelta atrás. Comenzamos aquí, la segunda parte de la excursión –especialidad mulhacenera- que consiste en “surfear” cual arriesgados funambulistas por un mar de afiladas rocas, que juegan con nuestro equilibrio, concentración y paciencia. “Los Ordoñez” protegidos por la alfombra de Aladino, o alguna nave de videojuego, “vuelan” sobre la rocalla, Ana y Paco Bédmar “danzan” con las manos en los bolsillos. Por contra, los menos dotados, con pies y manos “reptamos” por la roca traidora. Tras más de media hora circulando por la cuerda, nos encontramos frente a El Chamizo . Cuando la cabeza corona el pico entre la espesa niebla, los de la cola iniciamos la trepada final, sucediendo que, llegados nosotros a la cima, se obra el ansiado “milagro”, y barrida por el viento aliado, la niebla pertinaz abandona la cumbre. Hasta aquí hemos empleado algo menos de tres horas. Por fin disfrutamos, desde esta atalaya, de la excepcional belleza panorámica que esperábamos. A Ana, en su esencia, se le agolpan los ¡Ohhhh!. Los demás, a coro, la seguimos con más ¡ohhhh!; seducidos. Abajo “topografiamos” con la vista los pueblos más cercanos a la montaña: Alfarnate y su “venta de Alfarnate” (desde la que se accede también a El Chamizo). Alfarnatejo, con su “Sierra de En medio” y “El Navazo”, que adosa el singular “Tajo de Gomer”-¡no sé cuantas fotos le hice!-. Riogordo y Colmenar, también están muy próximos. Si levantamos un poco la vista, el pantano de La Viñuela espejea, y, como una flecha, nos señala el horizonte, donde aparece el Mar Mediterráneo. Si seguimos desplazando la vista, de derecha a izquierda avistamos los Montes de Málaga, el Torcal de Antequera, La Sierra de las Cabras... Y girándonos 180º grados la sierra de Loja, Zafarraya y Sierra Tejeda con su habitual montera....por citar algunos. Aun con la emoción embargada, abandonamos la cima por una preciosa senda, marcada con hitos. Ésta, va girando en dirección sur (izquierda), y, además, recreando la vista con nuevas imágenes de la Axarquía, entretiene la bajada hasta el “Puerto de los Perdigones(1401mts)”. Apeados por fin del castillo de rocas y girando hacia la derecha, vamos entrando en un paraje conocido como “el torcal”, formado por “idílicas” praderas de montaña (navas) “adornadas” de “cojines” y majuelos, protegidos por caprichosos centinelas pétreos. El lugar “respira”, parece un paraíso soñado. El día sonríe al fin. En resumen, que habiendo salido indemnes del peligroso “cresteo” matutino, merecemos un descanso. Nos detenemos en un espacio de ensueño que parece preparado para oficiar el apetecible almuerzo. Al fondo, cerrando el valle, sobresale El Chamizo (cara oeste), mientras, nosotros, los comensales, disfrutamos en “cómodos” asientos e improvisadas “butacas” en el centro del prado. Todos celebramos los chistes de Miguel y la “endiablada retórica” de Guillermo... Pero haciendo buena la sentencia de “lo bueno si breve...”la tranquilidad y el sosiego duran “un suspiro”, porque, cuando por fin saco mis viandas (- ¡pesao! ¿ quieres dejar ya de hacer fotos?), los demás están dando fin al chocolate suizo (francés), y, Guillermo y Luis,¡ que ni siquiera se han sentado!, ya quieren “levantar” a la tropa. Reanudamos felices la marcha, decidiendo regresar definitivamente, y dejando pendientes la visita al pico de la Cruz(1440mts) y Peña Negra. Ahora, finalizada la “pradera”, entramos en un valle lateral, que van estrechando las caprichosas “torcas”, y, que se abre al valle central, poco después de atravesar la puerta de un vallado. En éste, y girando a la derecha, tomamos la vereda “Camino de Riogordo” que baja al carril de acceso al Alto de Hondonero a la altura del Peñon de los Becerros(1100mts). Transitamos, poniendo cierta atención en el suelo húmedo, por esta vereda preciosa, que discurre entre majuelos, encinas, quejigos, algunos rodales de arces de Montpellier y algún almendro con la flor adelantada. Completan el cuadro, las paredes de roca, tapizadas de hiedra y el sotobosque espinoso cubierto de musgo. Continuando el descenso, y tras pasar por una peculiar fuente con tres vanos, llegamos a un cruce, en el que, a la derecha, aparece una senda poco transitada, que, convencidos por la guía, tomamos los rezagados. Los primeros, sin esperar “consejo” prefieren bajar al carril. Esta senda alternativa, termina siendo, como intuía Ana, una opción aceptable. Discurre primero por un bosque aclarado, con nuevas vistas de El Chamizo, para internándose, a continuación, en un pinar, finalizar, tras algunas “ligeras subidillas”, justo encima del mirador del Alto de Hondonero, donde ya nos esperan los otros expedicionarios. También en este tramo de la excursión hemos empleado unas tres horas (almuerzo incluido), por lo que la duración total ha sido de 6 horas aproximadamente; y el desnivel de unos 500mts.
Cerramos esta extraordinaria jornada brindando con cervezas por la buena salud de este club de “jóvenes” veteranos y “veteranos” infantes, en el restaurante “El Capricho” de Villanueva del Trabuco, donde somos atendidos con amabilidad, a pesar de la hora (sobre las cuatro y media).
Nuestro agradecimiento a Ana por habernos ofrecido esta fantástica “aventura”.