Organizada por Ana Crespo. Fecha: 10 de Octubre de 2016
El día amaneció estupendo. Un calor poco normal para esta época ya de otoño.
Yo me acoplé en el coche con Hita y Emilio, montañeros con solera. Y después se subió Javier. En el coche de Maite, todo el sector femenino con Ana la Volaora, y Ana Quintana con su amiga Marisa.
La excursión de este día, yo no me la quería perder. Ya en numerosas ocasiones el club había asistido, muchas veces con niños. Me habían contado maravillas de este paraje.
Nos dirigimos en dirección Lanjarón y después a Soportújar. Dejamos el coche en un carril cercano al Centro Budista O.Sel.Ling . Este se ubica entre los términos municipales de Soportújar y Pampaneira. Fue inaugurado por el mismo Dalai Lama, hace más de venticinco años.
Una vez preparados con nuestros arreos, Ana ya nos advirtió que teníamos que hacer una subida de más de 400 metros para remontar hasta la acequia.
En silencio, concentrados en mantener el paso, llegamos a la altura de la acequia y nos encontramos con ella. Desgraciadamente el entorno era muy seco, y parecía una excursión de mes de Agosto. Cuando atravesábamos alguna umbría, se veía esa humedad y frescura que nos reconfortaba.
Llegamos hasta el Mirador del Poqueira, donde había una caseta de vigilancia. Aquí las vistas eran magníficas. Se veía hasta el Cerrillo Redondo, que tantas veces habíamos conquistado con nuestros esquís y donde recordamos aventuras.
En una recacha de sombra, a media mañana como los hombres del campo, almorzamos. Allí salió nuestro hombre de León, Javier con su maravilloso chorizo picante de su tierra, exquisito. Y Ana abogó una vez más por las maravillas del chocolate suizo.
Las vistas y el fondo del Mirador sirvieron de fondo para un desfile de fotos de algunos los participantes, que pusieron su mejor lado. Ana Quintana , Maite Y Marisa fueron unas modelos de altura.
Después de este receso contemplativo, fotográfico y gastronómico, decidimos bajar sin prisa pero sin pausa, pues hacía calor. El camino de bajada fue atravesando el Centro Budista.
Hicimos una parada en la estatua de la madre Tara, cuya sabiduría posee la energía para unificarlo todo. El lama Zopa Rimpoché, pidió que se colocara en este prado que está más arriba del domo y transformar dicha área en un lugar para la lectura y la meditación. A Hita y Emilio les saqué una foto para enviar a sus nietos, a los que casi seguro se imaginaban correteando por allí.
Continuamos el descenso, donde la servidora se hizo una foto con un Buda. Y recordé mi paso por Nepal donde añoro volver.
Pasamos cerca de estupas y banderas de oración. Aquí un voluntario nos hizo la foto, que figura al principio de la crónica, de los siete magníficos excursionistas.
La ambientación era perfecta, no falta detalle. Y tras atravesar la rueda de oración de la entrada donde canturreábamos algunos el Om mani padme hum , el mantra más conocido del budismo, en pocos minutos regresamos a los coches.
Yo acabé contenta de la excursión, pues fue un día muy agradable y relajado. Pero a su vez pedí al cielo la lluvia para que esos campos recuperaran la vida y la vegetación de antaño.
