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Nuestra más sincera admiración y agradecimiento a Ana, “nuestra” guía experta, pues gracias a su generosa volutad, contrastada pericia y talento disfrutamos del encuentro con la la niebla como una experiencia casi amable

, una contingencia anecdótica. También a Ferrán por su manejo de la brújula, y como no, a Pilar y Jesús, “nuestros” pacientes y avezados conductores.

El domingo 20 de noviembre a la 7’45, comandados por Ana y distribuidos en dos vehículos, diez valientes mulhaceneros: Pilar, Ramón, Mara, Pablo, Jesús, Ana Quintana, Paloma, Paco Bédmar, desafiando la adversa climatología, realizamos la visita aplazada a la Sierra de Ventisqueros; con cimas notables como Ventisqueros (1724-26 mts) o La Media Luna (1769 mts). Sita en la comarca de la Sierra Sur de Jaén, a sus pies se emplaza (920 mts) Valdepeñas de Jaén, fundado en 1539 por los Reyes Cristianos, y con 3926 vecinos en la actualidad.

Accedemos al pueblo tras una hora larga de viaje, 85 kms y unas “curvillas” por el olivar infinito de Alcalá la Real y Castillo de Locubín. Valdepeñas nos recibe con los maravillosos colores otoñales que cromatizan álamos, nogales, caquis, membrillos o granados de su vega somera . La riega el Río de Susana, que recibe, respectivamente, los aportes del Arroyo del Vadillo, por la derecha, y del Arroyo de Ranera ( o Rancera (IGN) ) por la izquierda. Llegados por la “Carretera de Granada” al núcleo urbano, giramos a la derecha siguiendo la ribera del río, y, tras cruzar un puente sobre éste, aparcamos los vehículos junto al IES Sierra Sur. Comenzamos desde aquí la excursión sobre las 9’26, que Ana abre descubriéndonos el fantástico paraje de Las Chorreras. En un espacio de un kilómetro te sumerges en un mundo que el río ha labrado a su capricho, tomado por una abigarrada vegetacion. Los lugareños lo han acondicionado para su disfrute y del de que los visiten.

Desembocamos, a los 13 minutos, en un ancho carril de ronda, que girando a la izquierda nos conduce a la calle central de polígono industrial, por nombre “Pecho de Rompe Albarcas” topónimo del área donde se ubica. Empezamos a subir hacia el pinar por unos desmontes terrosos, alcanzando, ¡ no sin dificultad!, un carril grande que seguimos durante 10 minutos. Cuando éste se bifurca, tomamos el carril derecho, que también abandonamos pronto. En este tramo las conversaciones glosan temas profesionales ( los docentes son mayoría) o particulares, y, aunque han caido algunas gotas de lluvia y no luce el sol, si levantamos la vista, aparece el grisáceo perfil de la Sierra de la Pandera (1870 mts) hacia el oeste, por lo que confiamos que se demore. A continuación, sin senda marcada, emprendemos el ascenso de unos 900 mts de desnivel, – única dificultad de la jornada- hacia las cumbres de la sierra; Ventisqueros (1724-26 mts) y Media Luna (1769 mts). Atravesamos, en unos veinte minutos, un espeso pinar de repoblación, y, a continuación, un empinado pedregal, que conserva manchas del encinar autóctono, que al poco también desaparece.

Cuando llevamos un buen rato de ascenso continuado, llegamos, a las 11’20, a la antecima, momento que Ana aprovecha para, sacando la bota ( que Mara ha traido de la Mancha) proponer la primera parada reponedora. Disfrutamos de las vistas por corto intervalo, porque, aunque aun se distingue con nitidez la silueta triangular de Valdepeñas, la densa niebla ya se ha apoderado de las sierras vecinas. Nosotros, sin árboles protectores, notamos más el frío, así que, la bota “viaja” varias rondas completas hasta que decidimos reemprender la marcha.

Sobre las 12’00 ya estamos encaramados en la ondulada cuerda pedregosa del macizo, donde abundan las simas y dolinas. Ana, mientas asegura con vehemencia que “navegamos” por el Mar de Tetis, trata de trazar un itinerario que nos permita avanzar en dirección norte- noreste. La niebla, sin embargo, dificulta incluso vislumbrar apenas los profundos barrancos que se van abriendo a derecha e izquierda, donde asoman, como fantasmales testigos, algunas encinas y solitarios arces. Hacia las 13’00, cuando ya hemos recorrido el primer tercio de la cuerda, una fina lluvia obliga a abrir los paragüas, y como consecuencia, Ana decide abandonar la cima e iniciar la vuelta, dado que nos “han birlado” las preciosas vistas que esperábamos comtemplar desde esta privilegiada atalaya. Tras la pertinente consulta al mapa, iniciamos un nuevo rumbo, que Ferrán controla con la brújula, de sentido inverso al anterior( ahora sur- sureste). Descendemos ¡muy ufanos! en línea “recta” por el intricado bosque de pinos y encinas por el que transitamos, hasta que ¡estábamos advertidos! Una alambrada de espino se interpone en nuestro camino. Como por inercia, y ¡algo atribulados! Vamos descendiendo junto al vallado, pero, algo cansados, nos hacemos permeables a los ruegos de Ramón, concediéndole el merecido alto para comer, que,¡ la verdad! todos deseábamos. La lluvia nos otorga una tregua,y el almuerzo trancurre distendido disfrutando con exquisiteces gastronómicas tales como carne de membrillo casera, quesos artesanos o salchichón de ciervo... entre tientos ¡ y más tientos! a la bota salvífica. Para los “postres”, surtido navideño de bombones, turrones y chocolates ¡suizos! ya hemos recuperado el humor y las fuerzas para reemprender la marcha. Seguimos,y diez minutos más tarde, como un milagroso holograma aparece la puerta que buscábamos, que cruzamos raudos,entrando en un encinar aclarado,que desciende hacia el Cortijo de las Ánimas, que se bosqueja, entre las brumas, en el fondo del valle.

A las dos, tras cruzar la última alambrada, accedemos desde el complejo rural al amplio carril que nos llevará de vuelta a Valdepeñas. Mientras caminamos apreciamos el buen estado del encinar-aceral-espinar del Monte de las Ánimas. Encinas y quejigos de gran porte, como el renombrado “Quejigo del Carbón” tras el puerto de Navalayegua van apareciendo en el camino, pero, disfrutamos sobremanera del encendido otoñal que brindan los espinos albares de la ribera del arroyo del Vadillo. Y tambien de los “nautilus” que nos va mostrando Ana.

Llegamos al pueblo sobre las 15’35 y volvemos a recorrer, ahora a la inversa, el paraje de Las Chorreras, donde me demoro fotografiando su singularidad. Cuando llego al aparcamiento, “la expedición” ya está preparada para cerrar la jornada como merece. Nos acercamos a la Plaza de la Constitución de Valdepeñas de Jaén, donde, frente a frente se encuentran el Ayuntamiento y la iglesia de Santiago Apóstol (XVI-XVII) . Nosotros entramos en el bar “la casa del pueblo” donde los animados parroquianos echan sus partidas de cartas, ajenos a las dos pantallas gigantes, donde varios superhéroes horteras salvan el mundo varias veces, destrozándolo a bombazos.

Nosotros, contentos por la experiencia vivida, disfrutamos de las exquisitas tapas de costillas brindando con nuestras cervezas.

 

VER REPORTAJE FOTOGRÁFICO COMPLETO. AUTOR: PABLO CANO

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