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CRÓNICA DEL AGUILÓN DEL LOCO.

El sábado 26 de mayo el Club Mulhacén renovó su “idilio” con el Aguilón del Loco, en la Sierra de Cazorla, gracias al empeño y guía magistral de Ana “la volaora”,

que “levitando” sobre el espinazo del remoto Mar de Tetis, arengaba al resto de la “tropa”: Ana Quintana, Pilar Quesada, Ramón, Mara y el cronista, que, en contraste, caminábamos ¡ muy concentrados!, para prevenir desgracias.

Sin duda, recorrer de una vez las tres cimas de la Loma del Rayal; Rayal, Peñón del Guante y Aguilón del Loco, es una experiencia ¡ Radikal!, que colma todas las expectativas del montañero exigente. Llegados desde Cuevas del Campo, en Pozo Alcón, ponemos rumbo a Quesada, entrando en la Sierra del Pozo. Sobrepasados Castillo, Monasterio y Cueva del Agua, nos “encaramamos” al Puerto de Tíscar. Allí, en una curva hacia la derecha, tomamos el carril que conduce a la Casa forestal del Garbanzal, deteniendo los vehículos 2’5 kms después, frente al Rayal (1833 mts). A las 10, tras seguir una alambrada, atravesamos una puerta, para acometer el primer ascenso. Subimos “campo a través” por terreno sobrepastoreado, que pueblan “gamones”, “piornos azules” o “tomillos”, entretenidos con el hallazgo de fósiles marinos. En dos horas, sobre las 12, estamos “desayunando”, en esta primera cima, disfrutando de panorámicas de Sierra Nevada, Mágina o el vecino Pico Cabañas (2026 mts). Pero, lo que subyuga nuestra atención es “ La Cuerda de los Agrios” o “ el Agreal”, enfrente, con dos picos gemelos: El Peñón del Guante (1933 mts) y el Aguilón del Loco o Cerro Villalta (1953 mts). Ana “nos destrepa” del Rayal a un collado, transformado en reluciente pradera, donde enebros, sabinas y bojes “tapizan” las rocas, y “saluda” también, algún pino laricio disperso. Comenzamos a subir, con paciencia hacia el “Guante”, que hollamos, sobre las 14,15, tras dos horas “danzando” por el filo de la arista. Aunque las panorámicas se repiten, la sensación de verticalidad es muy superior. Reponemos fuerzas, descansamos, pero, como descubrimos ¡ con sorpresa!, que el “Guante” y “ El Aguilón” forman dos “cuerdas” diferentes, reanudamos la marcha. Atravesamos, en el descenso, un precioso bosque de “laricios”, que bordea la Alta Hoya del Espino o Navilla Alta, donde reaparece, como objetivo aún “lejano” el Cerro Villalta. Guiados por Ana, subimos la última pradera, - que incluye un “arco monumental” sobre el abismo,- antes de enfilar, ¡por fin!, la arista del Aguilón del Loco. Caminar por este duro “gruyere perforado” ¡hace mella! , por lo que Ana, que barrunta “alguna dificultad”, nos concede la cabeza de la marcha a Ana Quintana y al cronista. Ella se retrasa para dirigir, vigilante, la segunda comitiva. Sobre las 16’00, ¡ya seis horas de marcha!, Ana Quintana y el “croniquero” “hacemos cumbre”. Mientras esperamos al resto, disfrutamos, “a vista de halcón”, de la cabecera del Guadalquivir, que flanquean El Gilillo ( 1848 mts) al noroeste, y El Banderillas (1993 mts) al noreste. En sentido sur-sureste, La Sierra del Pozo, donde sobresale el Cerro Cabañas (2026 mts) y la Loma de Cagasebo actúan de contrafuerte y divisoria de aguas. Hacia el sur, como suspendidas, cierran el horizonte, las alturas de Sierra Nevada. Llega Ana con algunas mochilas ajenas, comentando, que los demás, aunque alguno ha sufrido un “trastornillo pasajero”, vienen detrás. El “perjudicado” se toma un gel energético, que obra el “milagro” esperado. Comemos, descansamos, - ¡alguno hasta sestea!- nos hacemos las fotos de grupo en la cumbre, y, sobre las 16’50 desalojamos este ¡ pico de lunáticos!. Ana, para completar el recorrido, opta por bajar en dirección suroeste, hacia el Prao la Nava, donde, El Cordel del Chorro, antigüa vía pecuaria, transformada en un sendero PR, gira en dirección sur, al encuentro del Garbanzal. La bajada por el ¡enésimo!, pedregal se ve recompensada por la belleza del bosque de caprichosos laricios centenarios, que brindan, junto al prado, en el borde del sendero, un espacio fresco y luminoso para descansar brevemente. Iniciamos el regreso definitivo por el “cómodo” sendero que sombrea el pinar, donde, en las umbrías, reaparecen arces, quejigos o espinos albares, rebrotes del antiguo aceral- quejigal- espinar. Sorprenden también las abundantes bojedas. Caminamos admirados, -¡ y satisfechos!-, porque, ¡de cuando en cuando!, por encima del pinar, en las vueltas y revueltas del sendero, van desplegándose majestuosas perspectivas parciales de los agudos picos, collados, aristas, calares y moles calizas por las que ¡ incrédulos!, deambulamos esta mañana. Lo realizado, tiene ¡su valor!, sin duda.

Descendiendo hacia el fondo del valle, vamos oyendo el ímpetu del Arroyo Extremera, en el que poco después nos refrescamos, para proseguir, a continuación, por un carril ancho y despejado hasta la puerta que cruzamos por la mañana. Poco antes, en La Fuente de las Tres Pilas, los aguzados “biólogos” ven ¡hasta tritones!, donde solo “culebrean” algunos renacuajos. Bajamos a los coches, ¡reconozcamoslo! “fatigadillos”, tras 10 horas de marcha, donde el Rayal ¡nos despide con honores!. Oportunamente, se presenta la Luna Llena, que acude a su cita con su loco favorito.

Una jornada maravillosa. Gracias Ana.

VER REPORTAJE FOTOGRÁFICO COMPLETO.- AUTOR: Pablo Cano.

TIEMPOS PASADOS Senderismo

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