EL domingo 25 de noviembre, ni siquiera el algoritmo meteorológico pudo ¡encerrar!, a los mulhaceneros de pro,
que pertrechados con chaquetas, capas y paraguas defendieron la tozuda aritmética del: ¡ya veremos!. Con firme determinación, marchamos al Caserío de Prado Negro con el propósito de ¡trepar!, a la Peña de la Cruz (2027mts) en Sierra Arana, junto a Parque Natural de La Sierra de Huetor (año:1989). Sobre las 10’15, nos abduce la niebla, que “lame” los coches como baba de caracol. Sin embargo, poco después, en la salida 264 de la A-92, rumbo al área recreativa de La Fuente de los Potros/ Las Mimbres y Venta del Molinillo, el panorama, menos hostil, nos empuja a proseguir, confiados en que podremos burlar las inclemencias climáticas, ¡ cómo en tantas otras ocasiones! A las 10’40, aparcados los vehículos en el Caserío de Prado Negro, seis valientes, capitaneados por Ana: Kika, Enrique, Mara, Maite y el cronista, comenzamos la excursión junto a la fuente, cruzando el camino asfaltado y subiendo por un carril terrero hacia la falda de Sierra Harana, conocida como la Solana de Prado Negro. Sin embargo, como la pesada niebla forma un muro perimetral disuasorio, giramos 90º en dirección sureste, transitando por las sendas del paraje de La Umbría de las Chozas. Mantenemos, con ligeras subidas, la curva de nivel, paralelos por tanto al carril general, el PR-A 386; Prado Negro- Cortijo de Pedro Andrés- Sillar Baja, llegando a un cruce de caminos, donde se entrevén algunos cortijos y fincas valladas. Proseguimos por un carril que nos permite avanzar, pero ¡hartos de “amasar” barro con las botas, aprovechamos un encinar adehesado, para descender, entre la espesa bruma, al camino general, donde ponemos rumbo al poblado. Éste, lo cambiamos pronto por una senda que acompaña al Arroyo de Prado Negro (futuro Fardes) que luce estampa otoñal, mientras atraviesa el somero encinar ribereño. Llegamos a una praderilla, limitada por varios lienzos de un cortijo en ruinas, que rodeamos, y, subiendo por un pequeño terraplén, volvemos al carril principal, que penetra de inmediato en la población. Tristemente, la atractiva subida a la Peña de la Cruz puede quedar reducida al “chapapote” matutino, máxime cuando Ana y Maite deciden volver a Granada. Pero, Mara, ¡“la inconformista”! se rebela y, ofrece, para “arreglar” la jornada, una visita a la ¡espectacular cascada! de Prado Negro y el mirador del Tajo del Despeñadero. Se localiza justo debajo de los mesones por lo que, tras la cerveza “adelantada” con Ana y Maite, que se despiden, el resto, Kika, Enrique y el cronista seguimos a Mara. Nos descubre un corredor donde discurre un modesto arroyo (el futuro Fardes) que salva el encierro rocoso dando saltos y trompicones. Digno de admirar el que provoca el arroyo de Fuente Grande poco antes de unir sus fuerzas con el “hermano mayor”. A continuación, cruzando un puente, accedemos al mirador, que se asoma al Cortijo del Despeñadero, donde el río escapa hacia la Venta del Molinillo. Girando la cabeza, la Peña de La Cruz y el Caserío de Prado Negro componen un cuadro fugaz, a donde regresamos en apenas 10 minutos. Para “redondear” esta salida, Mara, a petición de Kika, “se convierte” en ¡micóloga experta! en la recolección de Níscalos, -pero ¡sin cesta de mimbre!,- por lo que despedimos esta extraña jornada, pastoreando los pinares de la Fuente de los Potros, mientras nos comemos los bocatas.