ALTA RUTA INVIERNO 2013. Expedición MORTERUELO
A bordo del MORTERUELO III, la nave interplanetaria con forma de lata de esa codiciada joya de la gastronomía ligera, salieron 32 intrépidos expedicionarios comandados por el Capitán Mor-el, traducido desde su idioma como el poca-birra.
Habrá que decir que el despegue resultó hasta emotivo. Daba gusto ver a maridos y esposas disputarse cariñosamente la mochila más pesada. Hasta ocho parejas se llegaban a contar; incluyendo a los Pimpinelos, claro. Puestos en marcha, a la altura de Cauchiles nos adelantaron dos fornidos militares con ajustadas mallas rojas que despertaron encendidos elogios sobre sus muslos,....Mire vd. qué casualidad que sobrevino una epidemia de ampollas y hubo que pararse un rato; para mí que era una excusa de Antonia y Puri para ver pasar de nuevo a los de las mallas.
Atravesamos la estación con el trasero apretado, por el hielo y el canguelo (toma rima!), hasta llegar al puntal de Loma Púa, donde Mariado perdió un esquí loma abajo. Jesús se lanzó pidiendo la colaboración de tres surferos ennortados que hicieron oídos sordos. Quinientos metrillos de desnivel más tarde..., apareció Benavides con el esquí a cuestas. En la bajada de Loma Púa, Tania se tomó muy en serio eso de "probar la nieve" y cabeza abajo, decía a Antonio: "...¡ so tonto, no tengas miedo, ¿no ves que no pasa nada?!.... Mientras, Carmen "Car" le arreaba una colleja al fantasma de sus propios miedos con una bajada impecable, y Ana nos regalaba con una lección de esquí tan, tan suiza, que sus tablas cantaban el Tiruliru ellas solas. Ni qué decir tiene cómo bajaba Luís.
El momentazo del día fue la parada para comer; Jaime nos deparaba una sorpresa, pues se había traído un Mercadona entero en la mochila y, aparte de un fuet de record Guiness, el lote incluía una exclusiva lata de... ¡Morteruelo de Cuenca!, que mas tarde haría las delicias de todo el grupo.
Algunos, por correr más de la cuenta se perdieron la escapada de Óscar, Gerardo y Miguel por Loma Pelá. La llegada al refugio nos sorprendió con una nueva terraza desde la que se pueden pedir las birras directamente al bar. Un peligro; no por la cerveza, ¡qué va!, sino por la tripotera de palomitas "a panza vacía". Junto a nuestra mesa, el Greñas, un siniestro personaje que le quitaba mérito a nuestra hazaña asegurando que él lo hacía hasta con tiempo para fumarse un "petardo" en la cumbre y volver. El grupo fue llegando, y el que suscribe aguardaba con una birra en la mano a sus "cuñaos" Puri y Enrique, por aquello de hacer méritos con la familia política. Sobre intercambio de fluidos entre miembros del grupo durante la ducha no le han llegado noticias a este humilde cronista; lo más parecido fue que Paloma y Ferrán fueron vistos haciendo reflexoterapia con los pies.
El refugio estaba a rebosar y a pesar de que tuvimos la habilidad de coger el primer turno, al Webmaster no le quedó otra que hacer de camarero; aunque hay que desvelar que de cada viaje de vasos de tinto u orujo, se bebía uno. Pacoluís le seguía muy de cerca, pisándole los talones. En la otra mesa mientras tanto, Benavides hacía migas con el Greñas. Por cierto, cuánto echamos de menos el vino de Paco Córcovo, poque con el del refugio, llegado el toque de silencio, Pacoluís se lavó los dientes con una llave, aunque luego le llevó algo más de tiempo abrir su taquilla con un cepillo de dientes. Ligeramente afectado también por abuso del anticongelante, pedía entre protestas del respetable que alguien le ayudara a subir a la cama empujándole por la retambufa. Si se llega a descuidar, lo ponen mirando para "donde el Morteruelo".
A la mañana siguiente se produjo una salida todo lo ordenada que permitieron los excesos de la noche anterior. Jose Carmona, dejó el pabellón bien alto en el ascenso por el río Mulhacén en un reñido pulso con el Greñas, que viéndose perdido se desvió hacia La Caldera, dejando el camino libre a nuestro compañero hasta la cumbre. El grupo le seguía bajo el clásico dilema de: "¿me quedan mejor los crampones, o últimamente como que se llevan más las cuchillas?". Al llegar arriba, hacía un viento de tres pares de testículos de modo que, se hubiera jorobado el Greñas con su petardo, porque no hubiera tenido manera de encender el mechero.
La bajada a Siete Lagunas, a pesar de la nieve algo trabajosa de todo el día, fue como siempre una delicia y allí, un grupo de cabeza se desvía. No sin dolor de su alma, Carlos renuncia al ascenso a la Alcazaba y poniendo su ticket en la reventa, se lo endosa al incauto del películas que se suma a Ana, Esperanza, Jose, Luís, Gerardo, Miguel, Antonio, Jesús, Paco B. y Javier que se aventuran hacia la Alcazaba inmersos en una paradoja espacio-tiempo, propia de estas experiencias siderales, llegando todos a la cumbre en un puño.
Mientras, los otros montaban una oficina de objetos perdidos: Santi y Ana unos guantes, y los sevillanos Gonzalo y Oscar estaban llamados a perder sus respectivas gorras. Cuando por fin el grupo se reencuentra, alguien cae en la cuenta: ¡Eloy y el Terce están a solas con el jamón!. La estampida no se hace esperar y con la bulla alguno rueda por las Chorreras Negras. Unas últimas bajadas en esquí, y de repente, allí en la Campiñuela, fieles al ritual, estaban esperando cinco corceles alados que han llegado al encuentro de nuestros intrépidos expedicionarios, haciéndose cargo de sus pesadas armaduras. Y como presentes, un pernil, un queso, vino y .....poca cerveza. Mariadolores no daba crédito: "entonces no era una leyenda, ¡era verdad!, ¡era verdad!". Afortunadamente, Eloy, aunque la había tangado las alpargatas a Luís el Rizos, no le había metido mano al jamón, y poco tardó aquello en parecerse al final de un tebeo de Astérix.
Tras la bajada a Trevélez, de regreso a bordo de EL MORTERUELO III, algúna expedicionaria comentaba: acabo de encender el móvil y tenía 200 whatsapp sin leer.
Definitivamente; habíamos estado en otro planeta...
Eduardo Galdo
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