Queridos mulhacener@s no es fácil para mí escribir esta crónica puesto que no tengo grandes dotes de escritora ni experiencia en ello, pero voy a intentarlo.
En primer lugar no tengo palabras de agradecimiento a los 15 montañeros que nos han acompañado a José Alberto y a mí en toda la travesía, Javier, Ana, Jesús, Paco Bedmar, Gonzalo, Carmen, Joaquín, Mª Dolores, Carlos, Ferrán, Sonia, Paco Megías , Gerardo y Oscar con
especial mención para Antonio Morell por su gran capacidad de organización y porque en todo momento ha estado muy pendiente de estos dos montañeros ( si se nos puede llamar así )totalmente novatos en esto de la travesía. Tampoco olvidar al maestro de la montaña Gerardo que con sus consejos hemos conseguido que la cosa no se me atragantara más de la cuenta. Bueno tampoco se me debe olvidar a ese muchachote de reflejos avispados que cogió ese esquí tras unos gritos desesperados de una montañera distraída y torpe que veía como se le iba monte abajo la única posibilidad de continuar la ruta. Gracias Jesús y a Juan de Trevélez, montañero desinteresado que crampones en pies, salió monte abajo a recuperar esa tabla ya dada por perdida, a pesar del consejo que buenamente Ana (la que vuela, porque mira que le cunde bajar monte abajo) me dio en la cumbre del Mulhacén, diciendo, Esperanza ponte aquí que está más llanito, ni por esas, mi torpeza superó todo consejo. Bueno y como no hablar de ese porteador maravilloso que apareció en ese momento en el que tu ya dices, la vín, hace un rato que me dijeron ¿ves el tejado del refugio? pues allí vamos. Sí, muy cerca se dice pronto, ale monte abajo, pasa el rio, monte arriba y el refugio ni se veía, pero de pronto qué ven mis ojos, aparece ese hombre caminando con porte, sin mochila y que cada vez se acerca más. Yo pensé para mis adentros, claro nos han echado de menos en el refugio y este hombre viene a recogernos (ni sabía que era del club). Se acerca a nosotros y pregunta ¿queréis que os lleve la mochila? Yo pensé, los machotes no se la van a dar porque eso resta puntos al clan hombría, pero yo no podía pasar de largo la galantería de alguien así en mitad del monte, eso sí, a mi Mª Dolores que con ese tesón de que nada le pesa y que todo va bien le pregunté ¿quieres que te la lleve a ti? Pero claro ella enseguida contestó que no, que yo iba peor, y la verdad es que muy sobrá no iba, bueno mejor dicho iba hasta...... Pues nada don galante tome usted la mochila.
En verdad es difícil expresar todas las situaciones que he vivido estos días. Unas buenas y otras no tan buenas porque lo que es la puta la pua de bonita tiene lo que yo de montañera pues anda que no pase fatigas, gafas empañadas, niebla, empinao, si es que se podía ver que estaba empinao porque yo me tiré porque Gerardo me dijo ¡!!!!! A por ella!!!! Y palante que yo no sé decir que no, pues "ala to pabajo" como pude. Pero claro de pronto unos hacia abajo a la derecha y otros a la izquierda. Cómo no, fui a parar al fondo de la "puta pua" donde yo muy discretamente pregunté a Gerardo: tú sabes dónde estamos ¿verdad?. POR SUPUESTO contesto el montañero adiestrado, efectivamente lo sabía, pero los otros no aparecían y tomamos una ruta "un pelín" más larga para darle a la cosa emoción. Aquí no se comía, no se bebía y por supuesto ni se mea, menos mal aunque este mal decirlo, Oscar que penosamente me seguía dijo" parar que no me encuentro bien" y yo pude tomar un respiro, pero solo de aire "na más". Los tios a un laillo y a desahogar sin problemas y cuando tú ni has empezado el cambio de arreos, porque claro, no sabes si ahora toca cuchillas, crampones, pieles o cualquier otra cosa, miras y ya está el tío to derecho con bastones en mano, preparado y diciendo nos vamos, y tú piensas pero si acabo de llegar......
Pero no importa lo haces con gana, ilusión, entusiasmo, afán de superación y con gente estupenda.
La ruta estaba muy bien preparada. Salimos del parking los Peñones y aunque el tiempo parecía bueno se fue empeorando conforme íbamos subiendo hacia el Veleta, ya en la Carihuela el tiempo se puso feo de verdad y ya ni que decir tiene que a la Puta la Pua había que sumarle viento, niebla, un poquito de hielo y un tembleque de piernas digno de mencionar. Después de esta bajada vino el lapsus de caminos donde por mi afán de seguir ese movimiento de caderas que Gerardo define en su estilo de esquiador "zas, zas, zas", se me fueron los ojos y ala por el caminito más largo. La bajada de Rio Seco fue estupenda, el tiempo mejoró y la disfrutamos mucho. La ruta culminaba con esquís a la mochila y dirección a nuestro merecido descanso en El Refugio Poqueira. Una buena ducha una cena excelente y un conversar con buena compañía hizo nuestra velada muy agradable.
El domingo por la mañana tras un buen desayuno y un doblete de café enfilamos ese pedazo de subida hacia el Mulhacén. El tiempo nos acompañó todo el día y aunque ya sabéis del despiste que tuve en la cumbre, todo se resolvió con mucha suerte y una vela que le debemos al Santo que nos concedió dicho milagro. La gran bajada hacia Siete Lagunas y el entorno no tienen palabras. Pero no solo le dimos a la vista también le dimos al paladar con ese estupendo refrigerio que Antonio nos había preparado con la ayuda de las mulas. Enfilamos monte abajo y algunos cuando se vieron zapatillas en pies, enfilaron el monte y no había quien los parara, así cuando llegamos los últimos, algunos ya llevaban unas cervecitas de mas y algunas agujetas al día siguiente ¿A que sí Jesús?
Un regreso tranquilo y con imágenes inolvidables en la retina fue la vuelta a casa.
Muchas gracias a todos. He disfrutado mucho y tengo en la mente flashes inolvidables.
¡Ah se me olvidaba! retiro eso que dije de.... La vín a mi me compensa mas quedarme en casa fregando platos que pasar tanta fatiga. Eso ni lo penséis, aquí tenéis una montañera amateur entusiasta para rato. Hasta la próxima
Gracias Antonio.
Mª Esperanza Díaz.
Nueva Mulhacenera y montañera en potencia.