...POR EL MONTE PEDALEAN LAS SARDINAS, TRALARÁ!.... Ahora que ya nunca vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralará. O de eso al menos dicen que fué la bajada a Salobreña,....y no señalo a nadie. De hecho, esta crónica incluye un buen número de ellas,
y quien las adivine, recibirá un conjunto de tija-pija adaptado como un guante a su anatomía. (Fotos Jesús web master)A todos estos se les sacó el correspondiente molde de la retambufa: Pacoluis, Córcovo, Jose Alberto, Joseluís, Maripaz, Anavolaora, Eloy, Ruth, Mariangeles, Esperanza, Carmencar, Jesús, Eduardo, y los "supuestos" paduleños Felipe, Nono, Tarifa y su Cuñao.
La salida sin grandes contratiempos nos fué encaminando hacia Armilla donde se ve que Pacoluís repostó "queroseno" del bueno en la base aérea; porque ya resultó imposible cogerlo en todas las metas volantes desde allí a Salobreña.
En Padul hubo intento de motín pidiendo café y tostada, pero "nones"; sólo hubo ocasión de parar en la fuente del "Mal Nombre", llamada así por los romanos porque cada vez que un grupo de féminas ciclistas se arrebujan a miccionar, los labriegos del lugar se empinan para verles el susodicho. Y nuestras ciclistas cumplieron con la tradición, ¡por supuesto!. Mientras tanto, otros buscaban inútilmente huellas de dinosaurio, ¿o eran de Mamuth?.
El grupo ascendió sin problemas, aunque todo el mundo "mosca", porque no había indicios de esos paduleños que supuestamente iban por delante. ¿habrían desistido?. Así llegamos a la curva desde la que se contempla cual longaniza interminable, la Cuesta de la Humillación. Hubo quien pensó que es esa curva, de tan acongojante panorama, la que merecía llamarse "Del mal nombre". Antes de comenzar la subida, hubo que esperar a encontrar el sitio adecuado, no fuera a "darnos un aire" mientras cogíamos fuerzas para lo que nos esperaba...
La previsible "humillación" fué la norma para todos... bueno, para todos no; que Córcovo, José Luís y Pacoluí la subieron sin poner pié a tierra. El Películas hizo un intento de "replay", sin obtener la correspondiente homologación por abrumador cachondeo del respetable, por lo que fué debidamente devuelto a los corrales. Allá fueron llegando todos y todas, dispuestos a realizar un último esfuerzo... y pronto estábamos embriagados por el aroma de las jaras, serpenteando hechizados por ese paisaje con el mar rendido a nuestros pinreles.
Y así, el mismo al que se le saltaban las lágrimas ante un ramito de solitarias violetas, después se lanzaba a tumba abierta con navaja de siete muelles entre los dientes, sin parar hasta Molvízar, donde Jesús nos condujo hacia el río por una ruta nueva a la playa.
¿Y quién estaba en el chiringuito?. Los cuatro presuntos paduleños. Y decimos presuntos, porque no hubo manera de confirmar que efectivamente venían todo el camino por delante de nosotros, pues la única prueba que aportaban era... ¡ja; el número de jarras de cerveza bebidas hasta el momento de nuestra llegada!. El menú estuvo incluso mejor que otros años. Lo que no bajó de nivel, fué en el copeteo de remate; ¡cómo sería la cosa que alguno acabó llamándose a sí mismo con un teléfono en cada oreja!.
Lo del regalo final...., pues no llegó el presupuesto para grandes derroches en estos tiempos de crisis, pero para una camisetilla de propaganda, eso sí, ceñidita, y para todo "kiske", sí que dió el ancho.
Eduardo Galdo.